17 noviembre, 2014

Retrato de un perdedor que lo tuvo todo.

Enrique no se merecía morir y menos de esa manera. Autor de algunas de las más bellas canciones de la música pop española de este fin de siglo con Los Secretos y Los Problemas, siempre vivió al margen de boatos, premios, fiestas y galardones oficialistas avalados por tal o cual refresco.Ahora que tan de moda está agasajar a las efímeras estrellas del pop, nos acordamos de lo mucho que hicieron Los Secretos por nuestras vidas, más de una vez aquejadas de los mismos problemas que tenía Enrique y el escaso reconocimiento que tuvieron.
Los Secretos siempre fueron unos perdedores. En los días del punk eran despreciados e insultados por su valentía al expresar sus más íntimos sentimientos sin tapujos. Y ahora los modernos de turno los consideraban pasados de moda por no cambiar el ritmo de sus corazones por sonidos digitales.

A Enrique nos lo podíamos encontrar cualquier noche deambulando por las calles de Madrid. Parco en palabras, de semblante taciturno y con una profunda melancolía dibujada en su rostro, desaparecía sin que supiéramos cuándo ni dónde lo volveríamos a ver.
Ahora tan sólo nos quedan sus canciones y su siempre amigable y tierna sonrisa y un hueco en nuestros corazones y en la música pop española tan necesitada de creadores con tanta sinceridad y vida.
En un mundo que se tecnifica a pasos agigantados y en el que los sentimientos desaparecen sepultados de una manera brutal bajo los ruidos de moda, las canciones de Enrique eran los Sonidos del Silencio.

Autor Jesús Ordovas.

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